domingo, 23 de septiembre de 2007

Carta de una Joven al Presidente Saca

Karen Fernández
cartas@elfaro.net
Publicada el 17 de septiembre de 2007 - El Faro

Señor Presidente

Mi nombre es Karen Alessandra Fernández, tengo 21 años y soy estudiante en proceso de titulación. Aún no sé si las letras que le dirijo van a llegar hasta usted. Puede que sean una imprudencia, pero más creo que son producto de mi corazón.

La noche del sábado 1 de septiembre compartía con un grupo de mis amigos y amigas en un restaurante cuando el celular de una de mis acompañantes interrumpió nuestra conversación. En su cara era evidente la sorpresa. Al terminar su llamada nos contó, perpleja, que hacía unas horas habían asesinado en La Unión a un joven voluntario de la organización “Un techo para mi País” y que otros acompañantes estaban heridos en el hospital. La noticia empezaba a correr en la boca de otros voluntarios como ella. No se sabía hasta el momento nada más.

Silencio absoluto en nuestra mesa. Tenía 19 años, era estudiante de tercer año de Arquitectura de la UCA, un voluntario líder y había viajado esa mañana a Conchagua, La Unión, para un reconocimiento de familias beneficiarias del proyecto.

-Lo que pasa- les dije, cortando el silencio - es que siempre vemos noticias de jóvenes asesinados, algunos menores que nosotros; son pandilleros, o simplemente sucedió muy lejos de nuestras casas; de nuestros trabajos; de la universidad; lejos de los lugares donde nos reunimos. Nunca conocemos sus rostros, ni su historia; y además nos estamos acostumbrando a vivir con la muerte y a seguir como que si en este país no pasara nada. Entonces a nosotros simplemente “nada nunca nos va a pasar”-

Talvez yo nunca hubiese conocido de él, de no ser por la tragedia. Pero su rostro, sus aspiraciones y sus anhelos me parecen muy conocidos. Mario Amílcar Moreno era el hijo de un colega del papá de mi compañera de tesis, era el hermano menor de un compañero de trabajo de mi mamá, compañero voluntario de mis amigos, conocido de mis conocidos; pero sobre todo tenía el rostro de los jóvenes salvadoreños que soñamos con un mejor país. Tenía mi rostro, el suyo, el de nuestros hermanos, el de nuestros amigos…

Debo admitir, Señor Presidente, que en algunas ocasiones no concuerdo con sus ideas políticas, pero usted es el Presidente de todos los salvadoreños, y el Presidente de los jóvenes salvadoreños que amamos este país y que nos dolemos en el alma al sentir nuestra tierra sin esperanzas. Por eso le dirijo a usted estas líneas con la familiaridad con la que lo haría a cualquier amigo y con la esperanza de que las tomará en cuenta.

Creo firmemente que hay que tener visión de país. No es cuestión de ideologías. Hay que amar esta tierra porque ninguna otra en el mundo es más nuestra que esta. Por eso me duele tanto tanta parafernalia en el estilo de hacer política de algunos de nuestros dirigentes, cualquiera sea su bandera política. Así -me digo a mí misma- no se construye país.

De acuerdo con dos periódicos matutinos del lunes 3 de septiembre, los capturados por el asesinato de Mario están implicados en otros graves delitos. No puedo evitar peguntarme: ¿Por qué no estaban presos? ¿Se hará justicia para Mario? Tras mis lágrimas consternadas, creo que no hay tiempo para perder las esperanzas y esta carta es uno de mis pequeños esfuerzos por luchar para la construcción del país que quiero, uno con oportunidades justas para todos y todas. Hoy me he jurado a mí misma no perder la fe en El Salvador. Me es difícil convencerme de que las oportunidades para nosotros los jóvenes están lejos, convencerme de que hay que alejar nuestro talento y llevarlo a otro país.

Tenemos que construir país, alejarse de las propuestas a corto plazo, de las discusiones sesgadas por rencores políticos, de los vacíos que dan lugar a injusticias como la muerte de Mario…pero para ello necesitamos de usted, el Presidente de todos los salvadoreños y salvadoreñas.

Reciba de mi parte las más altas muestras de consideración.

No hay comentarios: